Dermatología Venezolana. Un sentimiento

Autores/as

  • Ana María Sáenz Hopsital Universitario de Caracas

Resumen

Transcurrían los años cincuenta cuando, en 1957, el Dr. Luis Alberto Velutini
logró plasmar un sueño: la revista Dermatología Venezolana. Sería este el
órgano divulgativo de la Sociedad Venezolana de Dermatología, Venereología y Leprología. Para ese momento histórico del país, se trataba de una joven especialidad, con dermatólogos que regresaban de formarse en el exterior y con una cátedra recientemente creada para sentar las bases de la dermatología nacional. Con la revista, se atendía la imperante necesidad de publicación de innumerables trabajos en el área y se ubicaba en el más alto nivel académico a la dermatología venezolana.
Ante la grave crisis que hoy vive el país, en particular en el área que nos compete, como lo es la salud, es necesario dar un paso al frente y luchar con empeño por realzar la Academia como arma fundamental de lucha ante tiempos tan oscuros, para así alumbrar los caminos del entendimiento.
Hoy tomamos el testigo, de manera de brindar los espacios necesarios para que cada uno, con su aporte, pueda llenar “con cada grano el silo” de la Academia.
Queremos, además, impulsar tres áreas de interés cada vez más actuales, como lo son: la dermatología pediátrica, la dermatopatología y la dermatología estética, especialidades que han ido cobrando cada día mayor vigencia en nuestra disciplina y cuyo desarrollo con un alto sentido científico
resulta primordial.
Hemos decidido, además, colocar —como portada de esta revista— la imagen de un tatuaje: por una parte, tema de palpitante actualidad en dermatología, dadas las implicaciones recientemente descubiertas de la distribución de estos pigmentos —contentivos de minerales— en el organismo; y por la otra, emblema y manifestación corporal del sentimiento.
Nuestra paciente —de origen alemán y quien amablemente muestra el tatuaje que ilustra la foto de portada— vio relacionada su vida de estudiante con hermosas vivencias en la Universidad Central de Venezuela, reflejadas en la Torre del Reloj y en las Nubes de Calder que adornan nuestra Aula Magna.
Estos recuerdos influyeron de tal modo en su vida que decidió plasmarlos con tinta indeleble sobre su piel.
Ahora más que nunca, cuando el deseo desenfrenado es el de buscar nuevos horizontes, dadas la pérdida de valores y la destrucción de nuestra sociedad, su testimonio corporal nos enaltece, pues ilustra los sentimientos y valores de personas que, aun no siendo venezolanas, se ven reflejadas en lo
mejor de nosotros.
Ante la innegable crisis que atravesamos, necesitamos fomentar los espacios que permitan transmitir la educación como herramienta formadora y enriquecedora de nuestra sociedad. Nuestra pasión por el estudio y el trabajo será la única herramienta que nos mostrará el camino para sacar adelante nuestro país. En el contexto de esa pasión, las páginas de nuestra revista están abiertas para todos

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